Durante los últimos años, con el objetivo principal de ganar confianza y tranquilidad frente a problemas cotidianos he unido las finanzas personales y economía doméstica al minimalismo, algo que ha provocado que mi circulo cercano me haya pedido y animado a compartir algunos consejos y hábitos de salud financiera también aquí.
¿Y qué mejor forma que comenzar con 5 consejos básicos para sanear nuestros gastos mensuales?
PreAhorra
Es francamente común cobrar nuestro sueldo, afrontar los gastos mensuales del mes y, al final, antes de cobrar nuestra siguiente nómina, trasladar el sobrante a una cuenta de ahorro. ERROR.
A lo largo de los años, he comprobado como la mejor manera de ahorrar era justamente depositando una cantidad fija de dinero cada mes antes de afrontar las finanzas mensuales; de esta forma nuestra cuenta de ahorro irá siempre en aumento y podremos adaptar nuestro nivel de vida sabiendo que poco a poco va creciendo un colchón para imprevistos. Mi recomendación es comenzar con el 10% de nuestro salario.
Crea un colchón de imprevistos
A priori esto parece algo realmente básico pero que la gran mayoría no cumple y, en caso de emergencia, hiere nuestra economía durante las próximas semanas e incluso meses.
Una avería repentina en nuestro coche o una visita repentina al dentista pueden traducirse en un agujero de varios cientos de euros en el bolsillo. ¿Podemos asumirlos sin perjudicar nuestro actual nivel de vida?
Para esto, lo ideal es crear un pequeño colchón de imprevistos que podamos mantener siempre en nuestra cuenta corriente, hacernos a la idea de que nuestra cuenta está a 0 euros cuando en realidad hay un positivo de 1.000 o 2.000 que nos permitirá afrontar esa clase de gastos extra con los que no contábamos, evitando así lastrar nuestra economía personal (y también, porque no decirlo, un par de noches con dificultad para conciliar el sueño).
Rentabiliza mejor tus ahorros
Depositar el dinero en una cuenta corriente, en una de ahorro e incluso en un depósito bancario te estará dando, en el mejor de los casos (y soy bastante optimista), un 0,5% de interés nominal anual (a restar luego el 19% en concepto de impuestos por la ganancia del ahorro) y eso, equivale prácticamente a nada.
Quizá sea la bolsa, el intercambio de divisas, el mercado inmobiliario o las criptomonedas, algún mercado alternativo se adecuará a tus conocimientos, necesidades o tiempo con un beneficio mayor que aparcar tu dinero en el banco (sobretodo cuando las entidades multiplican por varias decenas el porcentaje de interés que cobran con respecto al que pagan sin repercutirlo en beneficio de los ahorradores, de cuyo dinero hacen uso).
Por supuesto, no inviertas el dinero que no estés dispuesto a perder, cualquier tipo de mercado económico en el que depositemos nuestros ahorros conlleva ciertos riesgos.
Haz una auditoría a tus suscripciones
Servicios de música o series en streaming, almacenamiento en la nube, aplicaciones con cuota mensual, seguros y pólizas… todos estos tipos de servicios, a pesar de tener cuotas de suscripción relativamente pequeñas se amontonan en nuestras cuentas bancarias creando una importante montaña de gastos anuales; a mi me gusta llamarlos microgastos.
Revisa todas las suscripciones en las que hayas estado registrado durante el último año, valora si realmente las necesitas o le has sacado partido e incluso invierte algo de tiempo en comparar precios con otros servicios de la competencia de similares o idénticas características (seguro que encontrarás una aseguradora más económica o una tarifa de móvil/internet mejor) y toma la decisión de cambiar de compañía, seguir pagando o dejar de hacerlo.
Además, probablemente encuentres alguna cuota anual que ni siquiera recordabas, por lo que eliminar ese pequeño extra mejorará tus finanzas. Un buen lugar donde apuntar tus suscripciones, periodicidad y tarifa es la app gratuita “Subscriber”.
Prescinde del efectivo
Si bien es cierto, que el hecho de cargar con efectivo encima hace valorar de mayor forma la rapidez con la que desaparece de nuestra cartera el dinero, lo cierto es que en la mayoría de casos esto se convierte en un handicap en el que estamos dispuestos a caer en forma de compras rápidas, pequeñas y probablemente innecesarias al ir acompañados de dinero en efectivo.
Yo nunca llevo monedas, y la verdad es que a pesar de algún pequeño contra (como tener que ir a buscar “suelto” para comprar el pan en lugar de poder hacerlo directamente antes de llegar a casa) me genera bastantes más empujones financieros y de simplicidad en el día a día. No obstante, siempre tengo hueco para un billete de 20 o 50 euros “de emergencia” en mi Piston Slim Wallet.