Nunca llevo monedas

monedas

Comencé 2015 con el objetivo de cumplir muchos propósitos, pero no precisamente esos propósitos utópicos como adelgazar, aprender un nuevo idioma o ahorrar dinero porque sabes que eres un fanegas pase lo que pase, en esa cabeza hueca no hay sitio para otra lengua o tu trabajo de mierda no va a permitirte ahorrar un puto duro; me refiero a promesas reales, objetivos aparentemente poco importantes pero que puedan cumplirse a corto plazo.

Por ejemplo, lo que yo me he propuesto es vivir sin utilizar monedas.
Y así es como ha cambiado mi vida.

El mecanismo es muy sencillo, no llevo nunca monedas encima, ni entrantes ni salientes.

Monedas salientes
Este tipo de dinero suelto es el que llevamos en los bolsillos, monederos, bolsos y que provienen siempre del cambio de la compra. Eliminar el efectivo saliente es fácil; basta con no llevarlo encima.

No lleves encima peso y objetos innecesarios; créeme, no los necesitarás. Podrás realizar compras con tarjeta de crédito o billetes, si llegas a un lugar que no acepta tarjetas huye, la experiencia me dice que aquellos sitios que no aceptan tarjetas no son de fiar.
En alguna ocasión he acudido a un parking que ha tenido que darme cambio de 50 euros para menos de una décima parte del importe que he pagado con un cabreo de la hostia y no volviendo mas a ese sitio de mierda.

Monedas entrantes
El segundo tipo de efectivo en metal es el que entra en nuestras arcas. Aquél que nos entregan por imposición, cuando la cajera aleatoria de Carrefour nos da el cambio en decenas de monedas.
Este tipo de dinero sólo hace un viaje junto a mi, lo que tarde en llegar a casa y distribuirlo en tres lugares distintos según el tipo de moneda que clasifico en tres:

  • Enteros
    Las monedas completas, de 1 y 2 euros. Estas son las únicas que, excepcionalmente utilizo cuando llego a la aceptable cifra de diez. Vuelven a mi bolsillo el día que tengo que llenar el depósito de mi moto y le dejo el marrón al gasolinero.
  • Dorados
    Aquí entran los céntimos de 0,50, 0,20 y 0,10 euros. Directas a un blister de plástico que le enchufaré a mi empleado de banca de confianza y que depositará en mi cuenta. Otro problema menos.
  • Cobres
    La categoría mas baja, 0,05, 0,02 y 0,01 euros. Si su uso ya me parece ridículo, portarlos es completamente inútil. Pero aún tienen un uso aceptable en esta sociedad; directos a otros blister del banco y a otorgarle una nueva tarea al trabajador de mi sucursal bancaria, pero con un fin especial para ellos en concepto de donación a organización sin ánimo de lucro. Mi buena acción del año.

De todas formas, las monedas entrantes ya son inexistentes en mi vida. Acostumbrarme a pagar todo con tarjeta de crédito es lo mejor que he podido hacer para simplificar, y también para descubrir y vetar una cantidad importante de lugares que no son de fiar.

Y, debéis hacerme caso si os digo que simplificar algo tan sencillo como la economía monetaria es lo mejor que podéis hacer en los últimos meses. Llevaréis menos peso, el bolsillo no os sonará como una pandereta y tendréis menos fuga de capital, tanto perdido en lavadoras y sofás como malgastado en chicles caducados en cualquier 24h. Me lo agradeceréis.